miércoles, 26 de noviembre de 2014

Algunos consejos para los primeros meses de lactancia materna

Mi bebé cangurín casi ha cumplido 4 meses. Ahora la lactancia está más que establecida, y se ha convertido en un acto de amor de madre a hijo prácticamente perfecto.

Madre mía! parece ayer cuando me hice el test de embarazo, parece ayer cuando estaba en el paritorio y le dí por primera vez el pecho con tan sólo una hora de vida. Todo parece "ayer". Y es que el tiempo ha pasado muy deprisa, no ha querido esperar, y este niño no hace más que crecer y crecer. Y ahora me arrepiento de no haber disfrutado cada minuto porque me estaba agobiando con el tema "pecho".

Por eso este post va dedicado a todas esas mamás con bebés recién nacidos, que están pasando un momento "agridulce". Son una serie de experiencias personales que espero os ayuden a llevar esos momentos de "crisis" un poquito mejor.


He de decir que yo no he tenido problemas de mastitis, ni de grietas, ni hongos, etc... y que imagino que deben ser dolorosísimos, por lo que como experiencia personal no puedo aconsejar.

Pero para ese primer mes y medio o, incluso, esos dos primeros meses en los que la lactancia se hace algo "complicada", os dejo unos pequeños consejos que creo que os irán muy bien:

- "Mi bebé hace tomas de pecho de más de dos horas", "Lo tengo todo el día enganchado al pecho", "Me duelen muchísimo los pezones, es que lo único que quiere es mamar":

Supongo que estas frases las habrás oído, pensado, o pronunciado en algún momento o lo harás durante el primer mes y medio de vida de tu bebé. Y es que, que el bebé esté prácticamente todo el día en el pecho es lo normal, pero tranquila! es tan sólo una fase, el bebé necesita regular la cantidad de leche de tu pecho y lo hace mediante la succión, así que el primer mes va a ser prácticamente así, pero todo pasa, después las tomas se regularizan.

Además no sólo busca alimento en tu pecho, para el bebé el pecho es protección, amor y seguridad en el nuevo mundo al que ha llegado. Un mundo ruidoso, luminoso y difícil al que debe adaptarse poco a poco, y qué mejor manera que con la ayuda, amor y comprensión de su mamá.

Todo ésto es muy bonito, pero a ti te duele el pecho, es normal, todo el día con un bebé succionando tienes como resultado hasta moretones. Tienes los pezones "machacaditos".
No te preocupes, la piel del pezón irá "acostumbrándose", y poco a poco dolerá menos. Mientras tanto, prueba a darte agua fría que alivie el dolor, lanolina en los pezones para hidratarlos o tu propia leche sobre el pezón dejándola secar al aire (pero no confundas un pezón dolorido con grietas en el pezón. Si tienes grietas, el problema es completamente distinto).

Yo he utilizado pezoneras de silicona, la verdad que alivian bastante el roce y sé que muchas estaréis en contra de ellas, pero a mí me han ido fenomenal, el niño come y engorda perfectamente, y mi pezón no ha sufrido tanto.

También probad a distraeros mientras dais el pecho, ya que los primeros días las tomas son larguísimas. Usad un cojín de lactancia o una simple almohada de cama donde apoyar al bebé con seguridad, y leed un libro, escuchad música, o lo que queráis para intentar distraeros mientras el bebé come.

-Las típicas dudas de si tendré suficiente leche para mi bebé, con los típicos comentarios retrógrados de personas mayores y "entendidas en la materia":

Todas las madres pueden, si quieren, dar el pecho a su bebé, exceptuando algunos casos por determinaciones médicas, y sí, tienes suficiente leche para alimentar exclusivamente a tu bebé con lactancia materna.

Sé que al ser madres primerizas y no ver lo que el bebé come del pecho, no se sabe que cantidad toma cada vez. Y a ésto se le suma el hecho de que durante el primer mes de vida, el bebé parece estar todo el día pegado al pecho porque tiene hambre, porque no saca la suficiente leche, y entonces es cuando vienen los comentarios de l@s sabelotodo : "eso es porque no tienes suficiente leche", "el niño se queda con hambre", "deberías darle apoyo con biberón o darle agua".

¡BAR-BA-RI-DA-DES! No son más que eso, así que no os dejéis llevar por esta serie de comentarios ni consejos "destrozalactancias".

Es cierto que los primeros días el bebé no saca demasiada leche, pero es que los primeros días no necesita demasiada leche! y además el bebé está tanto tiempo en tu pecho porque necesita regular la producción de la leche. 

Además a mayor succión, mayor producción. Así que dejad que sea la naturaleza del niño y la vuestra propia la que siga su curso, estamos diseñados para eso.

Al bebé tampoco le hace falta nada más que vuestro pecho. No le déis agua ni otros líquidos, a no ser que tenga síntomas de deshidratación, con lo que deberíais acudir a urgencias.

Yo llegué a oir que mi bebé me estaba usando de chupete! Y qué si me usa de chupete? que lo haga, yo soy su madre, su protección, su alivio, su consuelo. Y no creo que a ti te deba importar como yo, que soy la madre, críe a MI HIJO, así que a este tipo de comentarios retrógrados e inoportunos, no hay que hacerles ni el más mínimo caso.


Por culpa de muchos de estos consejos (si se le pueden llamar así) más de una madre ha perdido la lactancia, así que mi consejo es confiar en nuestro propio cuerpo y saber escucharlo, ya que nosotras como mujeres y madres somos seres increíbles con la capacidad y el don de criar a nuestros hijos con un alimento que hemos creado nosotras mismas desde nuestras entrañas. Es algo increíble y asombroso que nadie más puede hacer por nosotras ni arrebatarnos, así que disfrutad de este regalo que os ha dado la vida, porque sois únicas y perfectas para esas pequeñas personitas que dependen de vosotras.

Disfrutad de vuestra lactancia! besos canguritas!!!










Miércoles mudo: nuevo coche!!!




Nuevo miembro en la familia, el nuevo Mazda 6!

domingo, 9 de noviembre de 2014

20 razones por las que he elegido lactancia materna



La lactancia materna, esa gran desconocida para cualquier mamá primeriza, incluso en la que no lo es. Esa que durante el primer mes de vida del bebé nos crea tantas confusiones, que nos da mil quebraderos de cabeza, que a veces nos crea tal inseguridad que nos puede hacer plantearnos el abandono de la misma.


Pero hoy que mi peque canguro tiene sus tres mesecitos (los cumplió ayer, como pasa el tiempo!) quiero compartir con vosotros esas 20 razones por las que yo alimento a mi bebé con lactancia materna exclusiva, así que ahí van:


1. Por las defensas que le transmito a mi cangurín: He pasado por dos resfriados durante este tiempo y estando las 24 horas del día con mi cangurito, él no se ha contagiado. Mi leche funciona a modo vacuna con mi bebé, la enfermedad que yo estoy pasando es de la que él se protege al tomar pecho.


2. Porque es un alimento completo y más que suficiente por sí mismo en los primeros meses de vida del bebé, Le veo crecer día a día, y tiene un peso ideal.


3. Porque el pecho no sólo es alimento, es el mejor lugar del mundo para el bebé donde encuentra amor, consuelo y protección


4. Por sus reacciones al ver mi pecho, esa cara de ilusión y emoción cuando sabe que va a comer, acompañada de risas para celebrarlo.


5. Los momentos "él y yo solos en el mundo", cuando le doy el pecho no existe nadie ni nada más, es un momento de intimidad para mi bebé y para mí, en el que nada más importa, en el que él me regala miles de sonrisas mirándome con esos ojitos tan dulces, acariciándome con sus pequeñas manitas o incluso tirándome del pelo juguetonamente.


6. Es el mejor calmante para cualquier situación estresante, de intranquilidad o molestia. Y es que cuando el cangurín está molesto o intranquilo, el pecho le calma y le reconforta, en él encuentra alivio a sus males.


7. Por los momentos "se ha emborrachado de leche", y es que tiene tal efecto sedante que para mí es la mejor forma de hacer que concilie el sueño.


8. Por el vínculo afectivo que se establece con el bebé, un vínculo emocional más grande que ningún otro, para tu bebé tú eres lo más grande que existe.


9. Por la carita que se le queda cuando se desprende del pecho dormido con una gota de leche chorreando por la mejilla y la boca abierta, una carita indescriptiblemente dulce y preciosa.
10. Porque la leche materna es un alimento vivo.
11. Porque mi cuerpo sabe como responder a las necesidades de mi bebé, y a la vez mi bebé sabe como satisfacer sus necesidades con el pecho, él es el que regula la cantidad de leche que mi cuerpo genera según lo que él necesita, mediante la succión. la naturaleza es increíblemente sabia.
12. Porque la lactancia materna es instintiva, es como se han criado bebés desde el inicio del ser humano, es lo normal, lo natural.
13. Porque me siento poderosa y satisfecha viendo como con sólo la leche que mi pecho produce mi bebé crece tan sano y feliz.
14. Me permite parar de todas las tareas rutinarias y descansar un rato junto a mi tesoro.
15. Porque me protege o al menos reduce la posibilidad de sufrir un cáncer de mama.
16. Porque le protege a mi bebé de diferentes enfermedades, diarreas, etc...
17. Porque en mi posparto me está ayudando a bajar kilos más rápidamente.
18. Porque en el puerperio produce contracciones que ayudan a que el útero vuelva a su tamaño habitual.
19. Porque mientras amamanto a mi bebé (ésta es una razón importante, jeje) puedo escribir en el blog, cosa que si diera biberón no podría hacer, jeje.
20. Y ésta, aunque la última, no la menos importante, porque lo disfrutamos y queremos, porque somos libres de amamantar a nuestros bebés, y porque es un acto de amor puro hacia nuestros hijos.


Hay muchísimas más razones por las que, para mí, dar el pecho a mi bebé es mi elección, pero si las enumerase todas podría no terminar nunca.


Y vosotras, ¿dais, habéis dado o daréis el pecho a vuestros hijos? ¿o preferís el biberón? ¿cuáles son vuestras razones?


En cualquier caso, seguro que vuestros bebés son los más felices del mundo por teneros a vosotras como mamis, o a vosotros como papis, así que queredlos mucho y protegedlos, porque ellos lo agradecerán.


Un besito cangurines, no me perdáis la pista...  

sábado, 4 de octubre de 2014

Historia de mi parto: El final marca el comienzo


De repente el paritorio fue un vaivén de personas corriendo, colocaron unos potentes focos de quirófano dirigidos a mí, mi hermana se preparó frente a mí, y a mí me levantaron las piernas en la cama y la matrona me preparó mentalmente para respirar y empujar, el dolor seguía siendo insoportable pero a su vez tenía y sentía unas irremediables ganas de empujar.

Me daban ánimos diciéndome que en dos empujones el niño estaría fuera (aunque ésto no fue así), y todo el rato me decían lo bien que lo estaba haciendo.

Papá maridín me miraba y me daba la mano. Y empecé a empujar con cada contracción, tomando aire y esforzándome al máximo, sintiendo que la cabez me iba a explotar como un globo de tanto esfuerzo. Hubieron como 5 o 6 empujones en los que parecía que el niño no salía, y el siguiente fue el que noté como la coronilla de mi pequeñín empezó a asomar. Mi hermana dijo: "le veo los mechones de pelo negro".

Ella después de cada contracción me hacía un masaje perineal para evitar la episiotomía. y fue en la siguiente contracción en la que empujé y noté como de golpe su cabecita ya no estaba dentro de mí, ya estaba fuera! Mi hermana me dijo que no empujase más (fue después cuando me explicaronq que es lo que había estado pasando durante todo el rato), y en la siguiente contracción casi ni empujé y el bebé salió casi solo. Recuerdo sentir un alivio increíble y fue cuando me lo pusieron encima y le ví por primera vez tan azul, tan mojado, tan pequeño cuando me puse a llorar en voz muy alta y le abracé como si no existiese nadie más, como si fuese lo único que había en el mundo, lo más importante. Fue un flechazo, una sensación de amor y ternura imposible de describir, no podía creer lo que habíamos hecho, era imposible que algo tan hermoso hubiera salido de mí.

Miré hacia arriba y ví a papá maridín llorando en silencio con una cara de alegría y emoción que no sé describir, y me besó, y me volvió a besar llorando en silencio, fue increíble. Muy emocionante, indescriptible.

Después de eso mientras me cosían sólo podía mirar como papá maridín tenía a nuestro pequeño en brazos, como después le pesaban y le medían, como lo limpiaban y como se abrazó a mí ese pequeñajo cuando volvieron a ponerlo junto a mí. Después de unas dos horas, y cuando hubo más calma, la matrona me enseñó a colocar a mi bebé para darle de mamar, y fue esa la primera vez que le dí de comer a mi tesoro, tumbada de lado y abrazada a él, pensando que todo había sido un sueño, que nada era real, era todo tan maravilloso que parecía mentira.



Juan Miguel nació un 8 de agosto de 2014 a las 17:10 horas, tras un parto que había durado 9 horas, pero en el que las contracciones empezaron 42 horas antes.


Y lo que había pasado era que el pequeño tenía el cordón umbilical enrollado al cuello con doble vuelta, y por ello no conseguía bajar, cada vez que intentaba bajar se ahogaba y él solito se echaba hacia atrás (que listo mi niño). Finalmente en una hora consiguió descender del todo, un recorrido que debería haber hecho en unas tres horas, y por ello incluso con la epidural puesta sentía todo como si no la llevase, porque todo mi cuerpo se abrió de repente en tan sólo una hora para dejar paso al ángel de mi vida.

Hoy por hoy, soy la mujer más afortunada y feliz del mundo, amo y soy amada por mis dos hombres y mi familia.


Ésta es la historia de mi parto, una historia que no quiero olvidar, la mejor experiencia que he tenido nunca

Historia de mi parto parte II: La llegada al hospital


A la llegada al hospital me pasaron directamente al paritorio, por cierto una habitación preciosa decorada como el salón de una casa que la hacía muy acogedora, con sofá, mecedora, e incluso una bañera.


Me cambié y me puse el pijama, y las matronas me prepararon, me pusieron la vía y las correas del monitor, me sacaron sangre y me tomaron la tensión mientras yo estaba tumbada en la cama.

Estuvieron un buen rato arreglando el papeleo del ingreso, epidural...

Dentro del paritorio no sabía ni en que hora vivía, el tiempo parecía que se congelaba y aunque el día seguía transcurriendo, al haber la misma intensidad lumínica (yo no sabía que hora era, ni cuánto tiempo llevaba allí) parecía que era la misma hora todo el tiempo.

Una vez todo preparado y tras unas exploraciones y algún tacto, y viendo que las contracciones se me habían parado, mi hermana decidió que se me pusiera oxitocina para provocar las contracciones  y así acelerar la dilatación.

En cuanto la oxitocina empezó a surtir efecto, las contracciones comenzaron a ser más largas y dolorosas, y cada vez la matrona iba subiendo la dosis de oxitocina en el gotero, para que todo fuese más rápido.


Tras una segunda exploración y un segundo tacto, recuerdo que la matrona fue a buscar a mi hermana y volvieron a introducirme la mano. De repente noté un dolor horrible, me puse a chillar y a llorar mientras mi marido me daba la mano con fuerza y la matrona y mi hermana me decían que todo iba bien. La matrona me decía: "ya lo sé cariño, ya sé que te duele, ánimo cielo aguanta". Fué un dolor desgarrador debido al tacto, fue horrible. Y de repente empezó a caer líquido, yo pensé que por el dolor me había hecho pis encima.

Cuando todo pasó, pregunté que si me había hecho pipí encima, y me dijeron que me habían roto el saco, porque el niño estaba intentando apoyar la cabeza pero no conseguía hacerlo. Me pusieron de lado en posición fetal para que al niño le resultase más fácil introducir la cabeza.

Y siguió pasando el tiempo, las contracciones empezaron a ser más seguidas e insoportables, y cuando estaría de unos 5-6 cm. decidí que quería la epidural.

Todo fue muy rápido, mi marido salió de la habitación por petición del personal, vino la anestesista, me senté sobre la cama, me pusieron en la espalda la anestesia local y a partir de ahí no noté casi nada más. Cuando terminaron de ponerme la anestesia epidural me volvieron a tumbar, y a los 5 minutos empezó a hacer efecto, no sentía nada, ningún dolor, y pude dormir durante una hora entera en el paritorio. Papá maridín también aprovechó para dormir en el sofá reclinable que había al fondo del paritorio.

Tras una reconfortante siesta y un magnífico despertar, me volvieron a hacer una nueva exploración y un tacto, y al ratito empecé a notar dolor, al principio poco, pero empezó a hacerse más y más fuerte.

Miré la bolsa de la anestesia epidural, y ví que quedaba más de la mitad. ¡No me explicaba que estaba pasando! Así que le pregunté a mi hermana, y me dijo que era porque el niño estaba intentando entrar en el canal de parto, que ya quedaba muy poco.

Esa última hora de dilatación fue la peor, eran las 3 de la tarde de un 8 de agosto y las contracciones empezaron a venir muy seguidas, muy largas y horriblemente dolorosas ¡con la epidural puesta!
El dolor era comparable a como si me estuvieran quemando con hierro al rojo vivo en la zona lumbar y me llegara a toda la zona de la pelvis, y como si me estuvieran cogiendo de los huesos de las caderas y estirando para abrirlas.

Según me han contado y con los vagos recuerdos que tengo, parece ser que decía cosas como: "no tengo fuerzas, no puedo ni abrir los ojos ¿cómo voy a empujar?. No puedo mover ni las manos, no puedo más, ¿por qué duele tanto?. Dicen que me caían las lágrimas y que me temblaba la boca del esfuerzo.
         Incluso cuando papá maridín me daba la mano para darme fuerzas, dice que yo se la apartaba de un manotazo como si no quisiera estar con él.

Hacia las 4 de la tarde con cada contracción, noté que me hacía pis encima, y se lo dije a papá maridín, y al entrar mi hermana le dije que me había hecho pipí encima tres veces. Ella me levantó la sábana y me miró y me dijo: No Almu, no te has hecho pis, es líquido, el bebé está enseñando la cabeza, ya casi está aquí. Así empezó la fase final del parto, el expulsivo.

Continúa en la tercera parte.

Historia de mi parto: Mi preparto

Ya estoy de vuelta! Y es que en cuestión de días mi mundo ha cambiado por completo, no he encontrado tiempo ni para poder sentarme a escribir, y ahora que las rutinas de mi bebé se van estableciendo, al fin puedo empezar de nuevo a escribir y compartir con vosotros mi nueva vida. Una vida que ya no quiero dejar atrás, ahora que mi pequeño está aquí conmigo, mi mundo gira entorno a él.

Y que forma mejor existe para contaros mi experiencia como madre que contándoos como viví mi parto. Muchas mujeres tememos al parto porque es algo desconocido para nosotras, y recibimos millones de comentarios de otras madres que nos cuentan lo horroroso que es, pero no debemos de hacer caso a nada, ya que cada persona lo vive de una manera, y es una experiencia por la que debemos pasar sí o sí, así que lo mejor es centrarnos en nosotras mismas y no temer a lo desconocido.

Mi parto fue una experiencia única e inolvidable, y sí, fue largo y doloroso, incluso con la epidural puesta (ahora lo explicaré), pero fue algo que viví en mis carnes, y que nunca olvidaré porque fue muy emocionante.

Todo empezó un miércoles 6 de agosto por la noche. Esa noche como "buena y caprichosa embarazada" me apetecieron unos espaguetti con tomate y queso para cenar, así que me comí un plato que me supo a gloria, y después de cenar salí a la terraza para ver las estrellas en el cielo  con mi madre.

El caso es que papá maridín, como ya sabéis, acababa de coger un avión en Qatar con destino a España, ya que sus vacaciones empezaban ese mismo día y se suponía que venía con una semana de antelación al parto, porque mi fecha prevista de parto era el 14 de agosto, así que venía con tiempo de sobra para disfrutar juntitos la última semana solos él y yo, antes de que llegara el bebé.

Como yo estaba embarazada y no quería estar sola en mi casa con el embarazo tan avanzado, pues me había ido a pasar con ellos las últimas semanas de embarazo en su casa.


Pues bien, esa noche del 6 de agosto y yo muy tranquilita e ilusionada de saber que mi marido estaba camino a España, me fuí a la cama pensando que al día siguiente  ya lo vería y podría abrazarle.

El caso es que empezó a dolerme la barriga y pensé: "no debería haber cenado espaguetti, me han sentado mal". Los dolores tipo "gastroenteritis" iban y venían, duraban poco y eran muy leves. Pero se me puso la mosca detrás de la oreja al comprobar que venían cada 30 minutos y más cuando llevaba 2 días seguidos expulsando el "tapón mucoso".

Pero finalmente me quedé dormida y además casi dormí del tirón con dolores y todo! A la mañana siguiente (de un jueves 7 de agosto) cuando me desperté comprobé que el dolor de mi "supuesta gastroenteritis" seguía, y además era más intenso. Fuí al baño pensando que lo necesitaba, pero nada! Lo que ya me mosqueó fue cuando me limpié y en el papel salió el resto del tapón mucoso teñido en sangre bastante roja.

Me asusté, sinceramente, y fuí corriendo a contárselo a mi madre (menos mal que estaba con mis padres), así que decidimos llamar a mi hermana (que es mi ginecóloga y obstetra y quien me había llevado todo el embarazo), y ella me puso los pies en el suelo y me hizo ver que lo que yo pensaba que eran dolores intestinales, eran contracciones realmente y que además venían cada 10 minutos.

 Mi hermana en ese momento estaba trabajando en el hospital, así que decidimos ponernos en camino y acudir al hospital para que mi hermana viese de cuántos centímetros estaba dilatada. Recuerdo a mi madre decirle a mi padre: "Chati, estamos de parto". También recuerdo que mi padre estaba sentado frente al ordenador y mientras yo recogía mis cosas para meterlas en una maletita, él me dijo: "Almu ven, que estoy leyendo lo que se debe hacer cuando estás de parto" (para ponerme a leer estaba yo, jeje).

En cosa de 1 hora estábamos en el hospital (el hospital al que yo acudí está fuera de donde vivo, ya que mi hermana trabaja allí y es donde dí a luz), mi hermana me pasó a monitores y allí estube cerca de una hora. Lo curioso de todo es que cuando entré al hospital, mi cuerpo reaccionó y dejé de tener contracciones (mi hermana me explicó que es una reacción del cuerpo ante el temor a lo desconocido, pongámonos en situación: antes las mujeres se ponían de parto y se iban a sitios tranquilos y oscuros a dar a luz, como el bosque, pero si oían aullidos o sonidos de algo peligroso, el cuerpo reaccionaba y dejaba de tener contracciones para evitar dar a luz y que el bebé fuese devorado por los que acechaban).



Después de monitores, una exploración y una ecografía, estaba dilatada de 1 cm y el cuello todavía estaba bastante alto. Así que mi hermana me dijo que todavía quedaba mucho para ponerme realmente de parto. Por lo que me fuí un poco más tranquila, porque lo único que quería era que papá maridín llegase a tiempo para estar conmigo en el paritorio.

Como los dolores de las contracciones eran bastante soportables, y mi hermana salía de trabajar en ese momento, nos fuimos mis padres, ella y yo a comer a un restaurante frente al hospital. Comí  ravioli de carne, emperador y brownie de chocolate (me dí un buen homenaje), y todo esto con mis contracciones, jeje (el camarero estaría alucinando).

Después de comer nos fuimos a casa de mis padres (la casa donde me crié, que está en la misma ciudad que el hospital) y allí intentamos descansar y echar la siesta, yo no pude por los dolores. Cada vez eran más intensos, y mi hermana decidió quedarse conmigo para vigilar como iba avanzando el proceso de dilatación en vez de irse a casa a descansar.

Mi madre y mi hermana se portaron genial conmigo, me llenaron la bañera con agua caliente, me pusieron música relajante y luz tenue, para que me metiese dentro y me relajase y dilatar de forma natural.

Cuando llevaba una hora y media dentro del agua, hacia las 7 de la tarde, oí sonar el timbre de la casa, y supe que por fin papá maridín había llegado para estar conmigo. Recuerdo abrir los ojos después de una dolorosa contracción y verle allí agachado junto a la bañera y cogiéndome de la mano, tan guapo, tan dulce...

El resto de la tarde fué un vaivén de contracciones, en las que la dilatación avanzaba muy despacio y las contracciones seguían viniendo con la misma intensidad y la misma duración.

Por la noche las contracciones comenzaron a ser más dolorosas, así que no pude conciliar el sueño, me levanté y comencé a caminar por la casa para distraerme... Mi hermana y mi madre pasaron la noche en vela, vigilándome y ayudándome, mientras mi marido descansaba del largo viaje en el que no había dormido nada (el pobre llevaba 24 horas sin dormir).

Hacia las 7:30 de la mañana ya estaba dilatada de 3 cm, y decidimos ponernos en camino hacia el hospital. Estaba oficialmente de parto. Continuará...


 

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