sábado, 4 de octubre de 2014

Historia de mi parto parte II: La llegada al hospital


A la llegada al hospital me pasaron directamente al paritorio, por cierto una habitación preciosa decorada como el salón de una casa que la hacía muy acogedora, con sofá, mecedora, e incluso una bañera.


Me cambié y me puse el pijama, y las matronas me prepararon, me pusieron la vía y las correas del monitor, me sacaron sangre y me tomaron la tensión mientras yo estaba tumbada en la cama.

Estuvieron un buen rato arreglando el papeleo del ingreso, epidural...

Dentro del paritorio no sabía ni en que hora vivía, el tiempo parecía que se congelaba y aunque el día seguía transcurriendo, al haber la misma intensidad lumínica (yo no sabía que hora era, ni cuánto tiempo llevaba allí) parecía que era la misma hora todo el tiempo.

Una vez todo preparado y tras unas exploraciones y algún tacto, y viendo que las contracciones se me habían parado, mi hermana decidió que se me pusiera oxitocina para provocar las contracciones  y así acelerar la dilatación.

En cuanto la oxitocina empezó a surtir efecto, las contracciones comenzaron a ser más largas y dolorosas, y cada vez la matrona iba subiendo la dosis de oxitocina en el gotero, para que todo fuese más rápido.


Tras una segunda exploración y un segundo tacto, recuerdo que la matrona fue a buscar a mi hermana y volvieron a introducirme la mano. De repente noté un dolor horrible, me puse a chillar y a llorar mientras mi marido me daba la mano con fuerza y la matrona y mi hermana me decían que todo iba bien. La matrona me decía: "ya lo sé cariño, ya sé que te duele, ánimo cielo aguanta". Fué un dolor desgarrador debido al tacto, fue horrible. Y de repente empezó a caer líquido, yo pensé que por el dolor me había hecho pis encima.

Cuando todo pasó, pregunté que si me había hecho pipí encima, y me dijeron que me habían roto el saco, porque el niño estaba intentando apoyar la cabeza pero no conseguía hacerlo. Me pusieron de lado en posición fetal para que al niño le resultase más fácil introducir la cabeza.

Y siguió pasando el tiempo, las contracciones empezaron a ser más seguidas e insoportables, y cuando estaría de unos 5-6 cm. decidí que quería la epidural.

Todo fue muy rápido, mi marido salió de la habitación por petición del personal, vino la anestesista, me senté sobre la cama, me pusieron en la espalda la anestesia local y a partir de ahí no noté casi nada más. Cuando terminaron de ponerme la anestesia epidural me volvieron a tumbar, y a los 5 minutos empezó a hacer efecto, no sentía nada, ningún dolor, y pude dormir durante una hora entera en el paritorio. Papá maridín también aprovechó para dormir en el sofá reclinable que había al fondo del paritorio.

Tras una reconfortante siesta y un magnífico despertar, me volvieron a hacer una nueva exploración y un tacto, y al ratito empecé a notar dolor, al principio poco, pero empezó a hacerse más y más fuerte.

Miré la bolsa de la anestesia epidural, y ví que quedaba más de la mitad. ¡No me explicaba que estaba pasando! Así que le pregunté a mi hermana, y me dijo que era porque el niño estaba intentando entrar en el canal de parto, que ya quedaba muy poco.

Esa última hora de dilatación fue la peor, eran las 3 de la tarde de un 8 de agosto y las contracciones empezaron a venir muy seguidas, muy largas y horriblemente dolorosas ¡con la epidural puesta!
El dolor era comparable a como si me estuvieran quemando con hierro al rojo vivo en la zona lumbar y me llegara a toda la zona de la pelvis, y como si me estuvieran cogiendo de los huesos de las caderas y estirando para abrirlas.

Según me han contado y con los vagos recuerdos que tengo, parece ser que decía cosas como: "no tengo fuerzas, no puedo ni abrir los ojos ¿cómo voy a empujar?. No puedo mover ni las manos, no puedo más, ¿por qué duele tanto?. Dicen que me caían las lágrimas y que me temblaba la boca del esfuerzo.
         Incluso cuando papá maridín me daba la mano para darme fuerzas, dice que yo se la apartaba de un manotazo como si no quisiera estar con él.

Hacia las 4 de la tarde con cada contracción, noté que me hacía pis encima, y se lo dije a papá maridín, y al entrar mi hermana le dije que me había hecho pipí encima tres veces. Ella me levantó la sábana y me miró y me dijo: No Almu, no te has hecho pis, es líquido, el bebé está enseñando la cabeza, ya casi está aquí. Así empezó la fase final del parto, el expulsivo.

Continúa en la tercera parte.

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